No es la emoción, es lo que haces con esa emoción

Nos enseñaron que habían emociones buenas y malas, que todo era blanco y negro, incluso al catalogar una emoción, nos sentimos mal por sentir de x o y forma, cuando la realidad es que sentir es de humanos y eso es lo que nos hace especiales.

Les comparto una frase de Aristóteles que leí en un libro de inteligencia emocional ´´Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.«

Somos seres emocionales y sentir es natural, el verdadero reto es nuestra reacción ante esa emoción, a esto llamamos INTELIGENCIA EMOCIONAL, poder lidiar con nuestra emociones sin perder el control, sin herir a los demás, sin tener que arrepentirnos en el proceso.

Les cuento que yo me juzgaba mucho cuando sentía una emoción negativa y estoy segura que muchos de ustedes también lo hacen… hay que soltar la culpa y apersonarse de las emociones. En mi experiencia, lo primero que debemos hacer es reconocerlas, SENTIRLAS… porqué están allí? Las emociones ante ciertas situaciones, nos muestran que hay una situación del pasado que nos hace reaccionar de esa forma, se ha despertado una memoria, al reaccionar estoy activando un mecanismo de defensa, me siento atacado.

En un curso de milagros nos enseñan que el miedo es falta de amor, miedo se traduce a muchas cosas, celos: miedo a ser reemplazado, prepotencia: miedo a equivocarnos… y así sucesivamente. La respuesta siempre estará en nuestro interior, en los cuestionamientos que nos hacemos a diario. Cuando surge una emoción que nos inunda la visión y nos llena todo el pecho, es una oportunidad para corregir nuestra percepción acerca de nuestras memorias del pasado, porque cuando sanamos, todo a nuestro alrededor cambia… y no es porque lo demás haya cambiado necesariamente,  es porque los lentes con los que miras la vida han dado un giro y con ellos tu vida entera.

Después de observar tus emociones y cuestionarte, déjalas salir, como dije anteriormente, no es lo que sientes, sino como actúas con eso, si reaccionamos, intensificamos la emoción, nuestra mente se alimenta de nuestros pensamientos actuales para justificarse y aprobar eso que estamos sintiendo.

Para mí la mejor terapia es escribir, bailar, hacer yoga, incluso puedes pegarle a una almohada si es necesario para que la energía abandone tu cuerpo, puedes llorar en privado, salir a correr, practicar técnicas de respiración.

Llevemos nuestra plena consciencia a ese instante, permitámonos sentir y observarnos, la vida es eso, un constante estado de observación, de crecimiento, de florecer. Miremos nuestros demonios de frente y hablemos con ellos, solo así podremos despedirlo, por el contrario, estaremos en una constante pelea con ellos… y créeme que no se querrán ir muy pronto.

Como dice Yung Pueblo, cuando recordamos que nuestras emociones son impermanentes, como todo lo que existe en el universo, se nos hace más fácil pararnos al lado de ese río que es la mente humana… y ver como las cosas fluyen sobre él.

Hoy fluyamos en este mar inmenso que es la vida, llena de emociones y no olvidemos agudizar la vista, esa que solo se puede mirar con los ojos del alma.

Con mucho amor,

Valen

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