Pienso que nos hemos dado cuenta que aun cuando sentimos que todo se vino abajo siempre tenemos algo más de que aferrarnos, una palabra de cariño, una frase de un libro, algo que hicimos que no pensábamos que disfrutaríamos o el simple hecho de querer seguir sonriendo y despertarnos cada día con las mismas ganas de salir adelante en medio de tanta incertidumbre. ¿No les parece que ese hecho es una muestra clara de lo grandes que somos? Aun cuando hay algo que no podemos ver, dimensionar o entender, atacándonos a todos por igual, cada día luchamos juntos por encontrar una manera de sobrevivir y salir ganando.
Me he dado cuenta que así no seamos médicos hemos asumido la labor de «curar» a aquellos que podemos dando de nuestro amor y compañía, así no seamos financieros hemos apoyado a quienes necesitan dinero, así no seamos profesores hemos compartido un poco de lo que sabemos en las redes sociales, así no seamos entrenadores personalizados hemos creado rutinas para entretener a aquellos interesados, así no seamos psicólogos hemos compartido nuestros pensamientos y escuchado a quienes más lo necesitan y muchos otros roles de los cuales nos hemos apropiado con el simple propósito de sacar una sonrisa, un respiro de alivio o un momento de tranquilidad.
Al final, es esto lo que me hace entender que así como las flores más hermosas logran crecer en medio de un desierto abatido por la sequía y la soledad, nosotros también logramos mostrar el color y la belleza que está en cada uno de nosotros y que ahora más que nunca está floreciendo entre tanta adversidad.
Escrito por nuestra invitada Maria José Velez.