Muchas veces pensé que para hacer un cambio de vida debía hacer algo diferente, me he enfocado tanto en hacer que se me ha olvidado a ser.
Y el ser, más que hacer, a veces pide renuncias… si, así mismo, renunciar a las falsas identidades a las que nos aferramos, renunciar a hacer las cosas que nos roban el espíritu, renunciar a las “amistades” que no están en nuestra sintonía… ufff qué realización entender que en la renuncia está la ganancia, que no me quita, antes me suma al alma y le resta al ego.
Porque esta experiencia que llamamos vida va mucho más allá de acumular cosas, personas, momentos que enaltecen el ego, cuando por el contrario es el alma la que pide a gritos que dejemos ir.
Hoy renuncio a querer hacerlo todo, porque en ese todo me pierdo tanto, renuncio a nadar contra corriente con personas que drenan mi energía, renuncio a encajar en un molde que no me queda, renuncio a hacer las cosas por compromiso y no porque me nacen, renuncio a los tiempos ajenos que son prestados porque mi vida marca otros tiempos, renuncio al torbellino y me entrego a la calma.
I surrender… me encanta esa frase, que dice me rindo… si, me rindo ante el momento, a vivir sin tantas palabras y con más corazón.
Depronto el cambio que los dos buscamos va más allá de la razón, de esas voces en nuestra cabeza que nos piden hacer, dentro de esos parámetros que la sociedad ve como correctos, como lista de mercado que se chulea, del deber ser… no, yo ya me cansé del deber ser, hoy renuncio a eso, soy, lo que quiero ser, sin presiones, sin remordimientos, sin ataduras.
Y solo cuando logré conectarme con esta verdad, con este compromiso, me quité una maleta que venía cargando de tiempos que poco recuerdo ya.
Hoy valgo
Con lo que soy
No por lo que tengo
O la lista de cosas que hago.
Valen